Deja de juzgar

Un padre y su hijo de veinticuatro años iban en el tren. El joven miraba por la ventana y gritó con alegría:

—¡Papá, mira, parece que los árboles pasan volando!

El padre sonrió dulcemente y asintió con la cabeza.

Frente a ellos, una pareja intercambió miradas expresando compasión por la conducta tan infantil del joven. Éste gritó de nuevo, riendo emocionado:

—¡Papá, mira, las nubes nos persiguen!

El padre le volvió a sonreír.

El hombre no pudo resistirse y le dijo al padre:

—Tal vez debería llevar a su hijo a un buen médico…

El padre, afablemente, le contestó:

—Lo hice. Acabamos de salir del hospital. Mi hijo era ciego de nacimiento y acaba de recuperar la vista…

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