Vanidad Espiritual
Quizás te sientas o te creas que eres diferente, quizás hayas tenido experiencias o sensaciones maravillosas e inexplicables que te hayan influenciado a sentirte más elevado o avanzado espiritualmente que los demás, o quizás consideras que tu camino es el más adecuado, o que tus creencias, tu religión, sea la única.
Para poder trascender la vanidad espiritual, el ego místico, debemos comprender que cada persona vive lo que necesita vivir y que esa experiencia, esa vivencia es la necesaria en su proceso para acercarse más a sí mismo y al Padre.
En alguna ocasión escuchaste a personas hacerse llamar “maestros” o “guías espirituales” que deciden quién está listo para tomar sus cursos o pertenecer al grupo más elevado de crecimiento espiritual, solo si pueden pagar sus conocimientos? O entregar mensajes de otros mundos, cambiar tu nombre y definir tus vestiduras? Ejercer la manipulación y el control en personas con mentes y emociones débiles carentes de la presencia de Dios en sus vidas o con necesidades de pertenecer a un grupo o técnica de moda?
Con seguridad en tu caminar espiritual te has encontrado con personas con estas características, con un halo misterioso creado por su ego místico, con sus miradas enigmáticas y distantes, ejerciendo sus logros psíquicos, con sus vestiduras y apariencias externas que impactan, una memoria y capacidad verbal que logran convencer aunque no consigan ser entendendidos en su totalidad. Una vanidad espiritual y necesidad de control para satisfacer sus necesidades, sus debilidades camufladas y falso orgullo personal.
Crean a su alrededor un halo de superioridad inalcanzable tratando de impresionar y manipular con sus visiones o canalizaciones que seducen a las personas que los rodean, ávidas de conocimiento y respuestas, o con procesos emocionales, necesidades o vacíos internos, o quizás empezando un camino y tomando como guías o ejemplos a personas que se consideran más avanzadas, olvidando que la verdadera sabiduría está en su ser interno y que el verdadero maestro mora en su corazón.
Estos procesos del ego distorsionan completamente los sentidos, la visión, la percepción, y la escucha interna, alejándose de su verdadero esencia y propósito, su retorno a la fuente divina, perdiendo asi, el sentido y las responsabilidades de dones o cualidades que han sido entregadas nuevamente en esta encarnación para su perfección y servicio.
No es la vestidura externa la que hace al monje ni la capacidad de repetición de los textos sagrados sino la simpleza del corazón, la humildad y la bondad manifiesta hasta en los más pequeños detalles, el amor latente en cada aspecto de su vida, la mano extendida sin esperar nada a cambio. La incondicionalidad en cada cosa que enseña sin pretender imponer su verdad como la única verdad a la que todos deben acercarse y aceptar como un único camino, sin respetar los tiempos ni los diferentes niveles de evolución de cada uno y sin poder ver que a través de todas las diferencias entre nosotros, si actuamos con amor y respeto podríamos aprender mucho más de cada uno y llegar en algún momento a comunicarnos en un solo idioma, el amor eterno e incondicional que Jesús y tantos maestros han tratado de despertar en nuestros corazones.
Cuando decidimos entrar en un camino espiritual, el universo nos presenta diferentes situaciones las cuales nos darán la oportunidad, si sabemos aprovecharla, de llegar a estados de conciencia superiores. Cada experiencia es importante y debemos interiorizarla y al mismo tiempo soltarla y no permitir que la experiencia o el fenómeno o lo que hayamos obtenido o aprendido con nuestro trabajo interno nos haga sentir mejores, superiores o más iluminados que los demás impidiendo en realidad nuestro progreso pues sería el ego el que estaría gobernando nuestra vida creándonos una apreciación irreal de nosotros mismos y de los demás.
El ego es capaz de convertir cualquier cosa o situación y darle forma a una supuesta verdad como más le convenga, logrando que las personas queden veladas, que te convencen a ti mismo, que logras convencer a los demás con tus palabras bonitas los demás te crean, te sigan, que dependan de ti, de tus habilidades, pretendiendo hacerte creer que ya lograste tu objetivo olvidando tu verdadera divinidad. El ego te anima a creer esta maravilla que eres, cuando en realidad esto no es cierto.
“Cuando hay libertad hay capacidad de elección y con esta capacidad de elección encuentras la libertad”. Cuando eres verdaderamente libre vas a elegir tus caminos, tus experiencias sabiamente, desde tu ser interno no desde la vanidad espiritual logrando así que cada decisión que tomes en tu vida esté en concordancia con el universo y tu ser interno, y que poco a poco tu divinidad se manifieste en tu proceso en la tierra y puedas en armonía alinearte entre tu naturaleza humana y divina al liberarte de los actos que se originan desde el ego que te mantiene en la oscuridad.
Al discernir a través de tu ser interno en comunión con Dios, te liberas de la vanidad del ego, encontraras la libertad y el propósito de todo lo que haces, vas a entender que tu reconocimiento espiritual no tiene que ver con ser mejor o más evolucionado o iluminado que otros, que no necesitas convencer a nadie que tu manera de pensar es la más elevada y por ello te sigan. Debemos darnos cuenta que estamos todos al mismo nivel humano y que debemos practicar la humildad todos los días no solo de palabra sino con el ejemplo, viviendo como humano sin ostentaciones, sin orgullos falsos y actuando desde nuestra conciencia divina.
Debemos siempre estar atentos, pedir la guía, la claridad, el discernimiento y la protección divina, estar atentos a las necesidades de los demás, con amor respeto y consideración y poder así descubrir cuando es nuestro ego el que está actuando y no nuestro ser interior.