El uso de los ácidos en tratamientos en la cara se hacen a través de sustancias que en contacto con la piel van a exfoliar y eliminar las capas más superficiales ayudando a la renovación celular y a la producción de colágeno en los fibroblastos. La piel se exfolia normalmente cada 28 a 35 días, pero con la edad la velocidad de exfoliación y renovación celular es más lenta. Al estimular esta exfoliación o eliminación de las células muertas de la capa córnea de la piel, o capa más externa se logra una piel nueva con más luminosidad, suavidad e hidratación, más cohesionada y rejuvenecida.
Estos ácidos actúan a más o menos profundidad dependiendo del tipo de ácido y de la concentración del mismo.
Los ácidos son especialmente efectivos para mejorar las marcas de envejecimiento causadas por el sol, estimular la regeneración celular lo que ayuda a disminuir las manchas en la cara, enrojecimiento y otros, como también pueden mejorar la hidratación de la piel, estimula la producción de colágeno en la piel lo que la hace más firme, elástica, lozana y fuerte, incrementa el grosor de la dermis logrando una piel más suave lo cual mejora las líneas de expresión y arrugas. Purifica la piel ya que limpia los poros lo cual ayuda en cutis grasos y acneicos.
Los residuos en la superficie y la piel muerta inhiben la habilidad de la piel de absorber al máximo los ingredientes activos que se encuentran en las cremas y sueros para el cuidado de la piel. Al ser eliminados los residuos en la superficie de la piel para exponer las células subyacentes, se puede optimizar los niveles de absorción de los productos
Los ácidos, AHA o alfa-hidroxiácidos, son hidrosolubles y en su mayoría proceden de frutas o de otros productos naturales. Entre ellos tenemos el ácido glicólico, extraído de la caña de azúcar, de la piña o de la remolacha. El ácido láctico, se obtiene de la fermentación de la lactosa por las bacterias, por lo que está en lácteos fermentados como el yogur o el kéfir entre otros. El acido cítrico, se obtiene de los frutos cítricos, mediterráneos por excelencia, aunque también puede obtenerse de la fermentación de azúcares. El ácido málico, procede de las frutas, como la manzana verde, o del vino, y el ácido mandélico el cual es extraído de las almendras amargas.
Estos ácidos pueden penetrar en la dermis, y así estimular la producción del ácido hialurónico, aumentar la densidad del colágeno y la elastina de la piel, mejorando así la capa dérmica.
Por otra parte están los ácidos BHA, o beta-hidroxiacidos, generalmente son menos irritantes que los AHA. Entre ellos está el ácido salicílico, que a la vez tiene capacidad antiinflamatoria. Son ácidos liposolubles, por lo cual tienen capacidad de penetrar con más profundidad en la piel. El uso de estos se aconseja en problemas de acné, poros muy dilatados y psoriasis.
Este ácido es de elaboración sintética aunque la fuente natural es la corteza de los árboles de la familia del sauce. Es importante aclarar que el ácido salicílico no es lo mismo que las aspirinas (ácido acetil salicílico)
Este ácido es el más indicado para pieles masculinas resistentes, pieles grasas y pieles acnéicas, ya que además de tener la capacidad de penetrar en los poros limpiándolos y “secando” el exceso de grasa con lo cual evita que se acumulen células muertas y exceso de grasa, evitando así la aparición del acné y procesos inflamatorios.
Debido a la gran capacidad de exfoliación de los ácidos, la piel pierde la capa córnea de células muertas, por lo que está más sensible y desprotegida. Eso hace que sea imprescindible usar un filtro solar siempre que se estén utilizando. No es incompatible su uso en verano, pero sí hay que poner una especial atención en utilizar alta protección solar.
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