La mente está en permanente movimiento, va hacia el pasado, se remonta hacia el futuro y rara vez permanece en el presente, siempre está en constante movimiento, buscando recuerdos, momentos vividos o imaginar lo que puede suceder en el futuro; es un parloteo mental constante lo cual no nos permite estar en el momento presente y vivir la vida plenamente, pues nuestra mente siempre está hablándose a sí misma, aun cuando estemos ocupados con nuestras actividades diarias.
Para experimentarlo, realiza este ejercicio: Deja de leer por un rato y cierra los ojos. Fíjate cuánto tiempo puedes estar simplemente sentado, disfrutando la sensación de tu cuerpo y los sonidos a tu alrededor. Lo más probable es que no sea por mucho tiempo; quizás un minuto nada más antes que tu mente empiece a parlotear. Si te sientas por un momento y tomas nota de tus pensamientos, vas a asombrarte: vas a descubrir que estás manteniendo tantas conversaciones diferentes e incoherentes internamente contigo mismo que si se las oyeras a otro en voz alta pensarías que no está cuerdo. Para acallar este parloteo de la mente podemos meditar.
En la tradición oriental, meditación significa no hacer nada para llegar a un estado de perfecta paz interior en la que la mente se encuentra ausente, silenciosa. El estado meditativo es muy personal y ocurre en cada uno de nosotros de manera única.
Se debe empezar a meditar en una postura muy cómoda, y en la que no sientas ninguna tensión muscular. Los ojos pueden estar cerrados o semiabiertos centrados en un punto. Comenzaras centrándote en la respiración, realizando una respiración silenciosa, puedes contar las inspiraciones y las expiraciones de 10 en 10 y poco a poco tu mente se ira serenando, entrando en un estado de tranquilidad. Cuando acudan ideas o pensamientos, déjalos pasar imaginando que tu mente es el cielo azul y que los pensamientos son nubes que aparecen y desaparecen.
“No hay que hacer nada; solamente sé un espectador, un observador mirando el tráfico de la mente -pensamientos que pasan, deseos, recuerdos, sueños, fantasías…- simplemente mantente distanciado, sereno, presenciándolo, observándolo, viéndolo, sin juicios, sin condenas, sin decir: ‘Esto es bueno’ o ‘Esto es malo”.
La meditación es una ciencia que enseña a reunir el alma con el espíritu donde el alma experimenta intuitivamente su naturaleza y origen inmortales. Es una forma sencilla en la cual podemos liberar y silenciar nuestra mente, nuestros sentidos y emociones para que lentamente nos embargue una profunda paz y gozo interior. La meditación es diferente a la concentración común, pues en este caso es empleada solo para conocer y estar en comunión con Dios.
Poco a poco mediante la práctica de diferentes técnicas y el anhelo profundo de Dios en nuestras vidas podemos ir logrando entrar a estados meditativos profundos rápidamente y poder ir expresando esa paz interna en nuestro diario vivir.