Meditar Caminando
Se dice que alguien le preguntó al Buda “¿Qué es lo que tú y tus discípulos practican? El les respondió: “Nosotros nos sentamos, caminamos y comemos”. Entonces volvió a cuestionar: “Pero cualquiera puede sentarse, caminar y comer”. Lo cual el Buda contestó: “Nosotros, al sentarnos, somos conscientes de estar sentados, al caminar, somos conscientes de estar…caminando y al comer, somos conscientes de estar comiendo.”
La mayoría de las personas en su diario vivir, caminan pero por lo general de prisa, con la mente llena de mil cosas que hacer, impregnando a cada uno de sus pasos angustia, ansiedad; todo es a la carrera y con el tiempo medido.
Al caminar y meditar al mismo tiempo se trata de no enfocarse en nada específico. Se aprende a observar y disfrutar profundamente solo el hecho de caminar, sin hacer razonamientos o juicios de cada paso que se da.
Se camina sin tener una meta o un destino en particular, solo por el gozo de caminar, no como un medio para conseguir un fin. Cada paso debe estar en armonía con la respiración, permitiendo así que el cuerpo y el espíritu se nutran de una forma consciente y se disfrute como el mejor momento de su vida.
Se debe ser consciente del número de pasos que se da en cada inhalación y cada exhalación, de esa forma se estará atento al aquí y el ahora donde no hay espacio para ningún otro pensamiento que no sea el presente, dejando a un lado las preocupaciones y ansiedades mientras se camina. Permita que la intuición, la sabiduría interna sea la que guie en lugar de contar los pasos, a pronunciar palabras o frases que vibren, que resuenen con usted mismo y con el ritmo de su respiración. En la meditación caminando se adaptan los pasos a la respiración y no al contrario.
Si permite que surja conscientemente una leve sonrisa en el rostro mientras camina, como el Buda lo hacía, comenzará a experimentar una profunda sensación de paz, alegría, serenidad y bienestar total. “Al sonreír sin temores todo su ser se renueva y su práctica se fortalece”.
Camine con confianza y seguridad de que el universo vibra con usted y para usted. Visualize que con cada paso que da entra nuevamente en contacto con la madre naturaleza y de que de la tierra brota una hermosa y radiante flor de loto o la flor de su preferencia lo cual le dará sentimientos de arraigo y plenitud.
No existe el momento específico ni un sitio perfecto o ideal de inspiración para meditar caminando. Lo más importante es aprovechar cada oportunidad que se presente en el día por corta que parezca.
Es aconsejable empezar a practicar la meditación caminando temprano en la mañana, cuando el prana o la energía del aire es más puro y sutil, lo cual ayuda a que su mente este más clara y alerta y sus movimientos sean más suaves y coordinados.
Al empezar a meditar caminando, puede que se sienta inseguro; trate entonces de recordar que es la misma sensación que tiene un pequeñín cuando da sus primeros pasos.
Imagine y trate de imitar al tigre caminando lentamente y en poco tiempo se dará cuenta que sus pasos se hacen tan lentos, seguros y majestuosos como los suyos. De esta manera cada paso va a enriquecer su paz y alegría interior dando origen a una corriente de energía sutil, plena de tranquilidad que fluirá a través de todos sus cuerpos y centros energéticos.
Cuando hace esta práctica es como si estuviera alimentando su cuerpo y su espíritu, va a darse cuenta que a lo largo del día sus pensamientos van a ser más fluidos, su mente va a estar alerta y consciente lo cual le permitirá tener más claridad, comprensión y compasión de sus actos. Tras un tiempo de práctica verá que la inspiración y la espiración se van igualando en longitud. Los pulmones estarán más sanos y la sangre circulará mejor. Su forma de respirar se habrá transformado.
En momentos de ira o enojo es cuando más necesitamos de estas herramientas pero también es cuando más dificultad y pretextos ponemos.
¡Practiquemos esta sencilla técnica para que se convierta en un hábito siempre presente!
Enseñanzas Zen