Krishna y la vendedora de dulces
Un día estaba Kṛṣṇa jugando con su hermano Balarāma cuando oyó a una vendedora de frutas pregonando: “Jamuns (un dulce de la India) a la venta!”. Ambos dejaron de jugar y se acercaron a la vendedora. Kṛṣṇa pensó: “ese es mi dulce favorito pero ¿como lo compraré? No tengo dinero”.Miró alrededor y vió un montón de granos cerca. Puso sus manos en cuenco, las llenó y fue hacia donde estaba la vendedora…pero en el camino se cayeron más de la mitad de los granos.
Extendió sus pequeñas manitos hacia la mujer y le dijo “Señora por favor deme algunos dulces a cambio de estos granos”. Se sentía apesadumbrado por tener tan poco para dar y dijo “Tenía las manos llenas pero se han caído por el camino, esto es todo lo que tengo”.
La sonrisa del niño y el tintineo de sus tobilleras derritieron el corazón de la vendedora. Estaba tan complacida con el niño que le dijo “Mi niño! No tienes que darme esos granos. Puedes tomar todos los dulces que quieras. Quédate también con tus granos”. Los ojos de Kṛṣṇa se agrandaron de sorpresa .”muchas gracias” dijo. Volcó los pocos granos que le quedaban en la canasta de la mujer y extendió sus manos para recibir el dulce . La vendedora llenó sus pequeñas palmas con todo el dulce que podía caber en ellas.
Se sentía tan feliz con la actitud del niño que decidió que por ese día no seguiría vendiendo y se fue a su casa. Conforme iba vaciando la canasta no podía creer lo que estaba viendo. Los granos que Kṛṣṇa había volcado en su canasta se habían transformado en oro. “Oh, dijo, El mismo Señor ha venido a bendecirme!”.
Esa era la manera de Krishna de demostrar que todo aquel que le haga una ofrenda con amor y afecto sería bendecido con mucha dicha.