Después de la Muerte
Cada ser humano experimenta de manera distinta el estado que se produce después de la muerte, según haya sido el tipo de vida que llevase mientras estaba en la tierra. Así como la duración y profundidad del sueño varía de una persona a otra, así también varían sus experiencias después de la muerte. El hombre de bien que ha trabajado arduamente en la fábrica de la vida penetra durante un breve tiempo en un sueño profundo, inconsciente y reparador, despertando luego en alguna región del mundo astral: «En la casa de mi Padre hay muchas mansiones».
En la región astral, las almas se encuentran vestidas de una sutil túnica de luz. No se confinan en manojos de huesos cubiertos de carne. No acarrean frágiles y pesadas estructuras que puedan estrellarse contra otros burdos sólidos y quebrarse. Así pues, en el mundo astral no existe conflicto alguno entre el cuerpo humano y los sólidos, los mares, los rayos y la enfermedad. Ni tampoco hay accidentes, ya que todos los objetos coexisten en mutua cooperación y no en antagonismo. Las diversas formas de vibración funcionan en armonía unas con otras. Todas las fuerzas conviven en paz y cooperan conscientemente. Las almas y los rayos en los cuales se deslizan y los rayos anaranjados que ellas beben y comen están todos hechos de luz viviente. Las almas viven en mutuo conocimiento y colaboración, respirando el gozo del Espíritu, en lugar de oxígeno.
Paramahansa Yogananda