¿Cómo consagrar una vela?
Cuando compramos o nos regalan una vela, no sabemos por cuantas manos ha pasado, ni cuales fueron las intenciones, pensamientos o estados emocionales de las personas que la tuvieron en sus manos, así que es importante darle una direccionalidad cuando llegue a nosotros.
Lo primero que debemos hacer es ofrecer esta luz a Dios para que El en su infinita misericordia y amor la consagre y derrame sobre ella todas sus bendiciones para que sean reflejadas y manifestadas en esta luz física.
Después que hemos hecho esta ofrenda de luz al Padre, puedes frotar las palmas de tus manos para abrir tus centros de energía, tomas la vela entre ellas, te conectas con la Fuente Divina de Luz y visualizas como un rayo blanco desciende a tu coronilla, visualiza como este rayo desciende por tu frente, la garganta y el corazón, para finalmente, encontrar salida a través de tus manos para impregnar tu vela a nivel energético con el propósito concreto que deseamos, nuestra intención a través de la energía de nuestro pensamiento junto con la visualización, emoción y sentimiento generados en nuestro corazón y que esa energía fluya visualizándola como una realidad ya cumplida, das las gracias con seguridad, alegría y serenidad.
Consagrar quiere decir Hacer Sagrado, que tenga un destino, una direccionalidad específica para algo…..
A través de esta consagración, le estamos impregnando desde la fuente divina unida a nuestro corazón la fuerza para que todos los elementos de la luz, colores y aromas se muevan hacia un propósito específico.
La consagración es lo que “da vida “a una vela, a unas flores, a un incienso, pues es justo ahí donde impregnamos, a través de la energía de intención, su propósito en nuestra vida, pasando a ser algo más que un objeto material. Si no conoces el significado de los colores puedes usar velas blancas ya que el blanco contiene en si todos los colores y puedes así usarla para cualquier propósito.
Que cada vez que enciendas una vela, su luz sea para iluminar más tu camino y que tus intenciones siempre nazcan en tu corazón, que sean, no solo en tu beneficio sino de tantas personas necesitadas de la luz divina y bondadosa del Padre.