Dijo la anciana curandera del alma:
No duele la espalda, duelen las cargas.
No duelen los ojos, duele la injusticia.
No duele la cabeza, duelen los pensamientos.
No duele la garganta, duele lo que no se expresa o se expresa con furia.
No duele el estómago, duele lo que el alma no digiere.
No duele el hígado, duele la ira contenida.
No duele el corazón, duele el Amor.
Y es precisamente él,
el Amor mismo,
quien contiene la más poderosa Medicina.
Autor: Ada Luz Márquez