Alegría y Tristeza

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Dijo Rabí Aharón de Karlin: Tristeza significa, me deben, me falta. Todo es beneficio personal. Su corazón no está dirigido hacia el Cielo … ¿Y quién te dijo que te deben a tí y que no eres tú quien debes?
En otras palabras, la causa principal de la tristeza es tener una actitud reactiva hacia la vida y no una actitud proactiva.
Es decir, el orígen de la tristeza radica en tener una actitud pasiva, esperando a que sean otros quienes nos inviten, otros que se dirijan a nosotros, otros que nos llamen y otros que nos busquen.
¿Y qué sucede cuando los otros no hacen aquello que nosotros, en nuestro fuero interno esperamos, no satisfaciendo consecuentemente nuestras expectativas?
Entonces nos ponemos mal y “odiamos” al mundo entero.
En cambio, cuando la persona comienza a vivir una vida proactiva, dejando de estar concentrada en qué le dicen y qué no le dicen, qué le hacen y que no le hacen (etc. etc.), comienza a liberarse de la esclavitud y de la dependencia emocional respecto de sus semejantes, siendo ella la generadora activa de su propia realidad (contribuyendo mucho más exitosamente también de su propia felicidad …
Dijo el Jozé de Lublin: Hace más daño la tristeza en el servicio a Hashem, que el pecado por el cual la persona se entristece …
¿Y por qué esto es así?
Porque a diferencia del pecado cuyo daño es puntual, la tristeza busca prolongar el daño que la sensación de haber pecado ocasionó, haciendo que el daño se proyecte transformándose en algo mucho más terrible y global.
Y en este sentido, todo lo que busca la tristeza no es otra cosa que desgastarnos y debilitarnos interiormente, haciéndonos sentir que “somos un desastre” y que no valemos “nada”, que “siempre” nos equivocamos, y que de “nada” va a servir que vanamente nos esforcemos por cambiar …
Y sin lugar a dudas, que el efecto negativo que los sentimientos de angustia, remordimiento de conciencia y autocompasión generan, son muchos más terribles y destructivos, que el efecto puntual que el pecado en sí hubo de generar …
Y si bien no debemos despreciar el hecho que cometamos transgresiones, debemos de esforzarnos por realizar el proceso de arrepentimiento de una manera rápida, enfocada y puntual; saliendo “rápidamente” de dicho lugar, para así continuar construyendo nuestra vida, con fe y esperanza, alegría, amor y felicidad.
Dijo Rabí Shmuel de Zojatchov: Cuando el corazón está desbordante de alegría, no diferencia entre aquel a quien ama y aquel a quien odia.
¿Y por qué no diferencia?
Porque todo lo que provoca que la persona haga diferencias entre el trato que brinda a sus semejantes, no es otra cosa que el rigor y la rigidez interna que se despiertan como consecuencia de sentimientos o pensamientos negativos que eventualmente la persona alberga.
Y si bien somos personas y no ángeles, y cuando nos hacen cosas malas ellas -generalmente- nos afectan, sin lugar a dudas que el efecto que ellas tienen el potencial de provocar en nosotros, es mucho más grande aún cuando albergamos en nuestro corazón sentimientos negativos que de por sí ya nos predisponen “intuitivamente” hacia ello.
Y por el contrario, cuando aprendemos a vivir genuinamente con alegría interna, felices de lo que somos y felices de aquello que por la bondad de Hashem tenemos, solemos ser mucho más flexibles y mucho menos rígidos hacia nosotros mismos y hacia nuestros semejantes, teniendo la capacidad de fluir y expandir nuestra alegría y nuestro amor a todas las demás personas, sin la tensión interna que genera el discernimiento cuando este es realizado fuera de lugar …
Y sin lugar a dudas, la forma de salir ganando en la lucha por la felicidad en la vida, es aprendiendo a vivir con mucho más amor y con mucha menos rigidez, transformando a lo potencialmente negativo en positivo y a los potenciales -o verdaderos- enemigos en amigos.
Dijo Rabí Najman de Breslav: Lo principal de la alegría está en el corazón y el corazón no podrá alegrarse hasta tanto no se haya eliminado aquello que está torcido dentro de él.
En otras palabras, sólo una persona con un corazón que no piense de manera falsa y engañosa y que no albergue sentimientos negativos hacia sus semejantes, podrá alcanzar la auténtica, genuina y verdadera felicidad.
Y es justamente en éste punto donde se encuentra la verdadera y genuina sabiduría que recibió el pueblo de Israel hace más de 3300 años a los pies del monte Sinai, una sabiduría que nos enseña a tener una mente sensible y un corazón inteligente, haciendo más y mejor por el bien de nuestros semejantes, que en definitiva no terminará siendo otra cosa que el máximo bien para nosotros mismos.
Y hasta tanto la persona no haya trabajado para depurar su corazón eliminando de él todo sentimiento “torcido” o negativo, es imposible que la persona puede acceder a una vida real y verdaderamente plena, llenándose su corazón de alegría y de felicidad … .

Grandes enseñanzas de los Sabios de Israel y sus explicaciones
Por el Rabino Richard Kaufmann

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