Grandes Terapeutas
Los grandes hombres dotados de realización divina y del poder de sanar a otros, no curan las enfermedades en forma accidental, sino que aplican un conocimiento preciso. Comprendiendo plenamente el control de la energía vital, ellos proyectan hacia el enfermo una corriente estimulante, la cual, al penetrar en él, es capaz de armonizar el flujo de dicha energía en su organismo. Durante el proceso de curación, tales hombres ven de hecho cómo las leyes psico-físicas de la Naturaleza operan en los tejidos del enfermo, restableciendo la normalidad.
Personas dotadas de un menor grado de realización espiritual también son capaces tanto de sanarse a sí mismas como a otros, dirigiendo mentalmente el flujo de la energía vital, a través de la representación visual interna, hacia la región corporal afectada.
El restablecimiento de la salud física, mental o espiritual, puede producirse en forma instantánea. La oscuridad hacinada a través de las edades en un determinado aposento, puede ser disipada en un instante, con sólo encender una luz en él, más no así luchando por ahuyentar las tinieblas. Pero nadie puede predecir en qué preciso momento será sanado, de modo que nunca se debería fijar un límite de tiempo determinado p3ra el acontecimiento. Es la fe – y no así el tiempo- lo que determinará cuando se consumará la curación. Los resultados dependerán del correcto despertar de la Energía Vital y del estado en que se encuentren las mentes consciente y subconsciente del individuo afectado. La falta de fe paraliza la Energía Vital, obstaculizando la obra perfecta de este médico divino, arquitecto del cuerpo, y obrero maestro.
El esfuerzo y la atención son fundamentales para alcanzar el grado de profundidad en la fe, la voluntad o la imaginación, que impulsarán automáticamente la energía vital a operar la curación. Tanto la ansiedad como la expectación con respecto a los resultados debilitan la fuerza de la verdadera fe. Si el hombre no emplea su voluntad y su fe, la energía vital permanece adormecida, inoperante.
Se requiere cierto tiempo para revivificar la fuerza de una voluntad, una fe o una imaginación debilitadas, en un paciente que sufre de una enfermedad crónica, pues los pensamientos mórbidos se encuentran sutilmente grabados en sus células cerebrales.
Así como el mal hábito de la “conciencia de enfermedad” suele requerir de un largo tiempo para desarrollarse, se necesita también de un cierto tiempo para que el buen hábito de “”a conciencia de la salud” se restablezca.
Si afirmáis, por ejemplo: “Estoy sano”, mas simultáneamente pensáis, en lo más hondo de vuestras mentes, que dicha afirmación es inefectiva, el resultado será semejante al que se obtendría si se ingiriese una potente droga, tomando al mismo tiempo otro fármaco que contrarreste los efectos de la primera. Al igual que con el uso de cualquier medicamento, cuando se emplea el pensamiento con el objeto de obtener una curación, debe tomarse la precaución de no neutralizar los pensamientos curativos mediante pensamientos negativos. Para que un pensamiento pueda operar activamente en forma exitosa, deberá estar imbuido de una fuerza de voluntad tal, que sea capaz de resistir la oposición de los pensamientos contrarios.
Paramahansa Yogananda
El Conocimiento de los Grandes Terapeutas