El Jorobado
En un pueblo había un hombre que era solo bondad y que dedicaba su tiempo a ayudar a los demás. Pero ocurre que ese hombre, que siempre vestía con una capa larga hasta los tobillos, llevaba debajo de esa prenda una enorme joroba. Su aspecto era bello pero aquella joroba lo transformaba en un ser deforme y casi toda la gente del lugar se burlaba de él, le palmeaban la giba entre risotadas y no lo tenían en cuenta para nada a pesar de que él tenía en cuenta a todos y a cada uno, preocupándose y ayudándolos. Algunos, incluso, si estaban de mal humor le arrojaban piedras porque no les gustaba tener cerca a alguien a quien Decían como una especie de monstruo “por algo será que dios lo castigo de esta manera”
Decían algunos que por supuesto, desconocían si existía ese “algo” al que hacían mención. Un día caminando iba con su gran joroba, el indefenso, de inmediato fue el blanco elegido por todos. De las agresiones verbales, que fueron ofreciendo cada vez más y con mayor crueldad, pasaron casi enseguida al ataque físico. Algunas piedras, al principio. Luego con esa ira que es más ciega cuando es de muchos, comenzaron a armarse con palos y algunas herramientas y lo cercaron. Un chico, se abrió paso entre todos y se puso junto a su amigo jorobado. Hubo un instante de duda. Y fue entonces que el niño le hablo y les dijo: “No pueden tocarlo. Gracias a él muchas desgracias que pudieron ocurrir en nuestro pueblo no ocurrieron, muchos enemigos se amigaron, muchas familias siguen unidas, muchos hombre conservan sus trabajos y muchas mujeres a sus hijos. Nos trajo el bien y ustedes eligen ahora pagarle con el mal y él no puede hacer nada para evitarlo. Nunca me dijo quién es, pero yo lo se…”Y, dicho esto, tomo la capa del deforme y la arranco de un tirón. En ese momento quedaron al descubierto dos bellas y luminosas alas que todos, hasta entonces, habían confundido con una joroba. El Ángel beso al niño en la frente y se fue en silencio, sin un reproche caminando en medio de los hombres del pueblo que se abrían a su paso estupefacto, dejando caer sus armas y más de una lagrima, aun los más rudos…
Qué historia tan hermosa
Me tocó el alma
Si pudiéramos ver más como los niños
Con la sencillez del corazón
Sin los juicios
Si viéramos con los ojos del alma
Veríamos realmente a quienes tenemos a nuestro alrededor,
Veríamos a Dios a sus ángeles
En nuestro mundo