Ante el Umbral de la Muerte

La Divina respuesta del joven ante el umbral de la muerte

Paramahansaji describe aquí una visión en la cual, según sus palabras,
«Dios me mostró la actitud correcta que debería tener el hombre ante la muerte».

Photo by Elizais

A menudo había oído él, en su propia risa, el eco de la alegría de Dios. Este risueño joven dotado de numerosos encantos yacía moribundo en un pequeño poblado, y, sin embargo, las embestidas de la enfermedad no pudieron apagar sus sonrisas.

Los compungidos doctores vinieron a decirle:
«Solo un dia, solo un dia tienes de vida».

Sus queridos parientes exclamaron:
«! No nos dejes, pobre joven de nuestro corazón !»
Nuestras almas se desbordan de compasión por ti
por el grave trance al que te enfrentas».

Las sonrisas del joven se encendieron aún más, y gozosamente dijo, con voz melodiosa:
«¡ Ah, tan solo un día, si, solo un día me separa de mi Bienamada, a quien hace tanto tiempo había perdido!
¡Oh mueren lentas las horas de este día! Pero cuando ya todas hayan expirado, mi Bienamada abrira la puertas de la prisión de mi vida y me acogerá en sus brazos infinitos.

Se romperá el frágil globo de la vida, liberando todo el aliento aprisionado. Huiré de las playas mortales y alcanzaré el inmaculado reino de mis refinados sueños, donde las pesadillas de la enfermedad no osan cruzar el umbral de mi paz.

» Soy una ola del mar; en el mar seré libre.
Soy una partícula de luz; nadaré en las estrellas.
Soy una gota de ambrosía; seré un océano de néctar.
Soy un río de luz de luna; me fundiré en la iridiscencia.

Las pesadillas de mis deseos han cesado;
los sueños de mis pesares se han roto
al alborear la luz de la risa.
La lámpara de muchas vidas, que alumbro mi forma terrena,
se ha extinguido para siempre.
Mi luz se ha fundido en su Luz
e ilumina ahora los esplendores de lo eterno.
Las sombras de los imaginarios temores se han disipado,
y su luz se ha propagado por los oscuros rincones de mi alma.

» Hago los preparativos con risas y cantos.
He vestido todos mis pensamientos con nuevos ropajes.
He pedido a mis reverentes sentimientos
que entonen a coro un cántico celestial,
y he despertado todos los pobladores
de la villa de la inspiración
para que celebren por mí este día de fiesta:
el día de mi entrada al Reino Infinito
como hijo del Rey de la Paz.

He pedido a los centinelas de mi
y determinación
que destierren de mi reino a todos los habitantes tristes
y eliminen de inmediato
al Satanás del miedo y del dolor, de la tristeza y del apego.
La celebración de mi entrada al Reino de la Bienaventuranza
debe estar acompañada sólo de risas y cantos;
no permitiré que participen del festejo
la tímida indecisión y los oscuros pesares.

Todos los súbditos de mi reino mortal se han congregado
para festejar a rienda suelta y sin cesar;
y jubilosos y atentos estarán aguardando
para dar la bienvenida a la divina mensajera,
la Encantadora Muerte,
que vendrá a abrir el cerrojo de la finitud
y los dejará entrar
al reino libre del Infinito.

» Todos los presos de mi conciencia
están contentos de dejar esta prisión mortal,
donde fueron azotados por las preocupaciones,
arrojados al calabozo de la vida insegura e incierta,
y golpeados constantemente por accidentes y fracasos,
enfermedades y desdichas.
Se sienten felices de abandonar
la derruida jaula de los frágiles huesos,
de arrojar la prisión de la carne a las llamas del Infinito,
y dejar en libertad al Ave del Paraíso,
para que surque los cielos
de la Bienaventurada Omnipresencia.

Los presos de mi vida se estremecen,
aguardando gozosos que pasen las lentas horas
para dar la bienvenida a su salvadora, la Muerte,
cuando ella llegue por su propia y dulce voluntad,
y con un mandato soberano
les permita entrar en su reino.

»¡Oh, amados míos, regocijaos con mi dicha!,
en la víspera de mi liberación de la prisión mortal,
que será mucho antes que la vuestra.

Dejan de existir para mi las fracturas de los huesos
y los accidentes,
el temor al fracaso o las pérdidas financieras;
ya no seguirá rondando mi mente
la preocupación por las cuentas impagadas;
y la avaricia por las posesiones
dejará de carcomer mi alma.

Las descortesías, los reproches, las disputas,
el dolor y la enfermedad
ya no se atreverán a importunarme con sus ruidos
cuando se cierren las puertas de todos mis sentidos,
pues estaré más allá de su alcance,
deambulando lejos con mi Bienamada
por las sendas de la libertad cósmica.

Os ruego que no deseéis mi regreso a la prisión
sólo para que me una, desvalido al coro de vuestros lamentos;
pero si fuese necesario,
con gusto volvería un millón de veces,
vistiendo el atuendo de la inmortalidad,
para sacaros de vuestra prisión mortal
y conduciros a mi Hogar de bendita libertad.

»¡Soy libre! Pronto estaré fuera,
pero ciertamente me apenara veros
tras las rejas de la vida mortal,
encerrados en vuestra celda mundana
causante de sufrimientos.

¡Que no lloren por mí
aquellos que se quedan en esta desolada orilla,
condenados aún a penar y a lamentarse!
Soy yo quien se compadece de ellos.
Solo resta ahora menos de un día,
como dicen los doctores,
para que me halle camino al infinito.

No hay música más dulce que este canto
que elevo a cada instante:
«¡ Ahora falta menos de un día!, menos de un día,
porque hoy vendrá mi Amada
en la resplandeciente carroza de la muerte
para llevarme — para llevarme
al Reino de la Inmortalidad,
al Palacio de los Sueños de Gozo,
lejos, muy lejos».

» Derramais por mí lágrimas de tristeza,
lamentando lo que en mi estáis perdiendo;
más yo derramo por vosotros lágrimas de gozo,
porque me iré antes, por vuestro bien,
para encender cirios de sabiduría a lo largo del camino;
y os estaré esperando para daros la bienvenida allí donde esté
con mi única Bienamada,
que es también la vuestra».

En la India, se venera al Dios como Padre, Madre, Amigo y Bienamado
Divino, porque Dios es Amor, la Fuente única de todas las formas nobles
del amor humano.

CANTOS DEL ALMA, página 176

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